El caso de la mujer de Parasceve

Ybernia publica por primera vez los libros de Maria Gabriela Llanso en español, y Mario Grande es el traductor.

Entre 2000 y 2003 la escritura de la autora portuguesa Maria Gabriela Llansol (1931-2008) alcanza una de sus cimas a lo largo de cuatro textos que dialogan o se engarzan entre sí: O jogo da liberdade da alma, Onde Vas, Drama-Poesia?, Parasceve y O Começo de un livro é precioso.

Lo de cima es por llamar la atención sobre la brillante naturalidad de la autora a la hora de desplegar su texto a la vez que reflexiona sobre él. Podemos partir de una consideración básica: “Cuando un vivo entra en contacto con una persona, eso se hace vivo y comienza el pensamiento”. Vivo tomado en el sentido de relación entre seres en busca de un arte de vivir. No hay otra distinción ni jerarquía entre seres que la respectiva potencia de vivir. Como García Lorca cuando escribió:

“Dile al hombre que sea humilde: ¡Todo es igual en la naturaleza!” [i].

Lo humano no es la única sede del saber. Por eso vivo sensual equivalente a dador de vida. Por eso relación figural entre esos vivos que buscan un arte de vivir que consista en la no anulación mutua. Una sensualética. Uno de los atractivos magnéticos de los textos de estos años fértiles es descubrir a las figuras que los pueblan: unas veces un animal (cada especie es una lectura de lo real), otras un árbol entero o sus hojas; también objetos o algunas de sus características, colores, sonidos, actos, lugares, observaciones; y todos los vivos dichos y por decir. Es significativo el anuncio de la aparición futura[ii] de figuras anónimas, nombres propios que no remiten a personalidades de la cultura sino que son “dinámicas que se transfieren de lugar en lugar aceptando las fronteras que el texto propone, fuera de las distinciones de lo humano”. En ese espacio textuante todos los seres son híbridos.     

Maria Gabriela Llanso en español

Derechos: Min An, Pexels.com

Atrapada en el recuerdo

Tal es el caso de la mujer que se asoma a las páginas de Parasceve. Corre el peligro de quedar atrapada en el recuerdo.

Hasta que encuentra el castaño fabuloso que alberga una ciudad. Ante la intuición de que hay otros mundos simultáneos, donde el espacio prima sobre el tiempo, la disyuntiva entre recordar o lanzarse a esos mundos se muestra en toda su potencia liberadora. Decide lanzarse, decide leer lo nuevo, decide practicar el juego de la libertad del alma, donde se juega sin miedo, nunca se muere, se renace. En el que poseer es perder.

La mujer de Parasceve se adentra en la línea de rivalidad entre los mundos; desea (y acepta) para sí una dinámica estelar; aprende del castaño fabuloso que no se debe pedir limosna al pensamiento; aprende la multiplicidad y la metamorfosis; que hay paseantes alegres de pensamiento extenso y actos felices. Asume conciliar una voluntad de vivir irreductible con el deseo tranquilo de “dirmar”, que funciona a modo de neologismo y figura[iii]. Ella, que venía del recuerdo del hijo muerto, va encuerpando otros vivos y sigue en busca de un nombre que impida que lo nuevo, lo extraño, funcione como un explosivo deflagrante de la consciencia

Llansol nos saca del sentimentalismo, que es una de las patas del orden establecido, nos aleja de la miseria simbólica y la repetición y nos propone alzarnos contra la abolición del deseo y practicar el juego de la libertad del alma.   


Notas al pie

[i] El maleficio de la mariposa, 1919

[ii] En O Senhor de Herbais, 2002: “éramos tantos que no nos dábamos cuenta de que en la casa cabían tanto los que ya habían entrado como los que todavía estaban en camino”; en Começo de um Livro É Precioso, 2003: “304 A todos abro el jardín abismático…”; y los propios cantores en Os Cantores de Leitura, 2007.

[iii] “Dirmar era exactamente igual…do que jogar com uma flor ao mal-me-quer bem-me-quer, en Parasceve, Lisboa, Relógio d’Água, 2001, pág 91.

Podría traducirse como “’dirmar’ era exactamente igual que jugar a deshojar una margarita”.

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Maria Gabriela Llanso en español

Derechos: Fidan Nazim, Pexels.com

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